lunes, 18 de agosto de 2014

78 Años del Fusilamiento de Federico García Lorca (II). El asesinato de García Lorca. Reconstrucción de un crimen

Por Antonio Rivero Machina


Federico García Lorca, el poeta español más reconocido internacionalmente, símbolo de la mejor época de la poesía española, fue asesinado en Granada en agosto de 1936. Su delito: ser republicano, homosexual y, sobre todo, una voz prodigiosa erigida en contra de las tradiciones más injustas.

Apartando el morbo histórico y el posicionamiento político que aún persiste -sorprendentemente, por otra parte- , el asesinato de Federico García Lorca y de miles de granadinos en las afueras de la ciudad es un hecho que nos debe llenar de indignación y de tristeza a todos. Estallada la sublevación de los militares en Marruecos, comienza el episodio más traumático de nuestra historia. La gente alza el puño o la mano derecha y comienzan a matarse los unos a los otros por ello. Fueron años de barbarie en los que en ambos bandos se asesinaba a sangre fría en fusilamientos colectivos.

En medio de todo esto encontramos personas como Federico, un hombre querido por todos, o más bien por casi todos, los que lo conocían. Un hombre dicharachero, lleno de un ingenio capaz de bordar una magistral alocución sobre la repostería patria, un hombre que no militaba en ningún partido político -"yo soy del partido de los pobres", dijo-, un hombre que mantenía frescas las flores sobre su piano. Pero Lorca también era un hombre que reconocía sin una militancia dogmática su homosexualidad, un hombre que escribía el drama de mujeres que tenían que sacrificar sus vidas por sus maridos, un hombre que iba por los pueblos acercando la cultura y las obras de los clásicos a la gente, un hombre que venía a representar los odios del Movimiento Nacional "restaurador de aquellas tradiciones". Lorca cantó a los negros de Nueva York, a gitanos ajusticiados por guardias civiles, a mujeres aplastadas por el peso de los valores tradicionales. Y lo hacía sin militancia ni dogmatismo, lo hacía con la sinceridad de su voz.

Reconstrucción de su muerte

Intentaré reconstruir cómo le llegó la muerte según la versión más aceptada hoy. Pero no es más que una versión, basada en testimonios y en episodios que, no obstante, no son, en algunos casos, probados de modo absoluto. Aún hoy día, algunos puntos de sus últimas horas siguen siendo un hecho lleno de incógnitas. Pero primero relataremos la muerte como se cree que fue y después podremos interrogarnos sobre qué hay de cierto y qué de especulación en el relato, así como cuáles son las preguntas obvias e inquietantes que se puede hacer un@.

Estalla la guerra civil y Lorca decide abandonar Madrid para volver a Granada, una ciudad más tranquila, con su familia. La ciudad de Granada no fue tomada por los nacionales hasta dos días después del 18 de julio de 1936, quedando aislada, ya que todos los pueblos de alrededor se sumaron o rindieron al ejército sublevado. Una vez tomada Granada, las primeras semanas fueron precarias para las tropas. Se esperaba un fuerte contraataque de los republicanos. Por esto, los sublevados comenzaron una caza de brujas para eliminar a cualquier enemigo en potencia, es decir, los sospechosos de simpatizar con el Frente Popular. Durante los meses que siguieron a la toma de la ciudad, como en tantas otras ciudades, miles de civiles fueron detenidos en sus casas, llevados a lugares de hacinamiento y después fusilados en grupos de unos veinte. En Granada los "paseos" se daban en las afueras, en el Camino del Arzobispo, en el actual término municipal de Alfacar y cerca de Víznar. Las razones de los fusilamientos fueron en muchos casos personales. Bastaba tener cierta credibilidad entre los falangistas y acusar al vecino de ser espía soviético para condenarlo.

García Lorca veía como las detenciones se sucedían y los fusilamientos eran constantes. Por esto decidió refugiarse en el lugar que le pareció más seguro, la casa de la familia Rosales. Luis Rosales, poeta reconocido y apreciado, y José Rosales, jefe de la Falange de las Jons en Granada, eran profundos amigos de Federico. El acto de los Rosales debe tomarse como un acto de valentía y de fidelidad que quizás no todas las personas hubiéramos sabido asumir.

Pasó todo un mes desde la caída de Granada hasta el 16 de agosto, una tropilla derechista, como tantas otras que visitaron tantos hogares españoles con su dedo de guadaña, se presentó en casa de los Rosales para llevarse a Federico. La tropilla estaba liderada por el ex-diputado católico radical por la CEDA -fue diputado de la coalición liderada por Gil Robles entre el 1933 y el 35- Ramón Ruíz Alonso y por su "compadre" Juan Trescastro. Debió de ser muy tensa aquella escena ocurrida en la casa de una familia falangista que protegía a un poeta republicano de conocida homosexualidad. De nada sirvió la oposición de los Rosales, Ramón Ruíz Alonso y los suyos se llevaron al mejor poeta español del siglo XX camino de la muerte. Granadino sombrío, de profesión tipógrafo, Ramón Ruíz Alonso militó en el partido conservador católico "Acción Popular". A él se le atribuye la denuncia y la iniciativa del arresto. Las causas fueron probablemente personales, pero todo es posible en aquellos días de odio. Lorca fue acusado de ser un espía soviético al servicio de Moscú.

Estamos a 16 de agosto. A pocos metros de la casa de los Rosales se encontraba la sede del Gobierno Civil instalado por los rebeldes. A pesar de la cercanía, Lorca fue trasladado en coche y fuertemente escoltado. Entraron por el acceso de la calle Duquesa. Al poeta lo encerraron en una de las habitaciones de la primera planta. Ante el gobernador civil José Valdés, las múltiples gestiones del músico Manuel de Falla para que lo indultaran y las súplicas de Luis Rosales. José Rosales llegó a encañonar con una pistola al gobernador para pedirle que dejara en libertad a Federico, pero todo fue inútil. Valdés, ante estas presiones, consultó a Quiepo de Llano, quien contesta con un "que le den café, mucho café".

La noche del 17 o del 18 de agosto se llevaron a García Lorca del Gobierno Civil. Salió esposado junto al maestro de Pulianas, José Dióscoro Galindo. Escoltado por guardias y falangistas de la llamada "Escuadra Negra", fueron empujados hacia el interior de un coche. A unos nueve kilómetros de la capital se encuentran las localidades de Víznar y Alfacar. Los rebeldes establecieron allí un puesto militar para controlar una posible contraofensiva republicana. Finalmente, el barranco entre estos dos pueblos se convirtió en el lugar de fusilamiento de miles de civiles. Los vehículos que partían del Gobierno Civil ascendían, tras una parada ante el Palacio del Arzobispo Moscoso y Peralta, convertido en cuartel general, hacia Alfacar. Encima de Víznar se encontraba Villa Concha, una residencia de verano para los niños granadinos, que era conocida en el pueblo como La Colonia. La edificación fue empleada como cárcel provisional, un corredor de la muerte fatal. Se cree que durante los días en que Lorca esperaba la muerte fue duramente torturado. Fueron tres días horribles, inhumanos. En la madrugada del 19 al 20 de agosto de aquel 1936, Lorca junto con el maestro José Dióscoro y dos banderilleros miembros de la CNT, uno de ellos era Francisco Galadí, fue conducido a una cuneta del camino de Alfacar, ante un viejo olivar, cerca de la Fuente Grande -los árabes la llamaban Aynadamar o "Fuente de las lágrimas"-. Ahí Lorca fue fusilado junto a los otros y enterrado como tantos en una fosa común sin nombre ni cruz.

Pero son muchas las dudas que un@ se plantea. ¿Quién era Ramón Ruíz Alonso? ¿Qué tenía contra el poeta? ¿Qué pasaba en la Falange granadina? ¿Hubiera sido ignorado Lorca de no ser por la insistencia del tipógrafo? Ruíz Alonso se atribuyó en su día el crimen orgulloso diciendo "no era más que un intelectual rojo, amigo de rojos y además marica". Años más tarde el ex-diputado del CEDA dijo que la detención no fue por iniciativa suya y para muchos cobra fuerza la idea de que alguien le ordenó la detención.

Nada se sabe de modo certero. Nadie implicado ha hablado claro hasta hoy. En cuanto a los Rosales, fueron fuertemente multados y amenazados por su protección y ayuda al poeta. El padre de Federico, rico propietario, designó un abogado para realizar las gestiones de la excarcelación de su hijo, sin saber que ya estaba muerto. Los falangistas difundieron una falsa acta de defunción en la que decía que la causa del fallecimiento fueron heridas de guerra, un mes después de la toma de la ciudad.


En busca de la verdad

La muerte de Lorca fue cantada por poetas y denunciada en todo el mundo. También la Historia clama por el atroz crimen. El primero en investigar el suceso fue el también poeta, traductor de Nicolás Guillén y profesor universitario Claude Couffon, quien entre 1945 y 1950 viajó a Granada. En pleno apogeo del régimen franquista no fue tarea fácil. La muerte de Lorca ha cobrado vigencia en la actualidad por iniciativa entre otros de su biógrafo, el hispanista Ian Gibson. "En Federico García Lorca -señala- confluían todas las circunstancias para ser una presa de alto valor para los fascistas que impusieron el terror en Granada a partir de julio del 36: era de izquierdas, tenía gran éxito como escritor y era homosexual".

La Asociación para la Memoria Histórica, que se encarga de exhumar las fosas de la guerra civil a petición de los familiares que desean dar sepultura digna a sus parientes fusilados, ha comenzado las tareas para hacerlo en Víznar. Lo hacen a petición de Nieves Galindo, nieta de Dióscoro, el maestro de Pulianas, que relata: "Mi padre tenía 27 años cuando se llevaron a mi abuelo. Intentó evitarlo y acabó en la cárcel. Siempre quiso enterrar dignamente a su padre. Tenemos derecho". También el nieto del banderillero Francisco Galadí reclama la exhumación de los cuerpos. La familia del poeta no desea desenterrar el cuerpo de Federico y pide respeto por un lugar sagrado. Sin embargo, añaden que no se van a oponer a los deseos de las otras familias.

Los trámites han comenzado. El alcalde socialista de Alfacar, Juan Caballero, y la Junta de Andalucía quieren seguir adelante con la exhumación. Gibson dice que los restos aportarían importantes datos sobre las circunstancias de la muerte de Lorca y que "Lorca no pertenece a su familia, pertenece a la humanidad". El antropólogo de la Universidad de Granada, Miguel Botella, dice que no será difícil reconocer los cuerpos ya que el banderillero era muy joven y el maestro cojo tras un accidente de tranvía.


Desmemoria histórica

En la actualidad hay quienes quieren mantener la tierra donde está y no removerla. No voy a entrar en consideraciones políticas -porque aunque a quien tenga un poco de sentido común le sorprenda, aún hay quienes justifican, edulcoran o defienden matanzas como las de Granada. [...]-. De lo que sí que voy a hablar, ni siquiera lo voy a juzgar porque pienso que los textos no deben juzgar por los lectores, es del merchandising y el morbo histórico que algunos avispados comerciantes explotan. En el Hotel donde antes estuvo la residencia de los Rosales, se precian en su propaganda de ser el lugar donde "Lorca pasó sus últimos días". También en un restaurante que hay en la tristemente célebre carretera a Alfacar se sirven "lorquianitos" y "brochetas lorquianas".

Pero estos asuntos son ridículas injusticias poéticas. Más triste es ver que a día de hoy aquel Gobernador Civil responsable de la muerte del genio de Fuente Vaqueros, José Valdés, tenga una calle en su honor en el pueblo granadino de Churriana de la Vega.

Apenas quedarán un par de calles para el criminal. Sin embargo, Lorca sigue vivo. Lo está y lo estará siempre, porque la palabra es la única arma que no se oxida, la única arma que merece la pena empuñar.


Publicado entre 2003-2007

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